lunes, 3 de enero de 2011

Autocomplacencia



En Nochevieja coincidí con un empresario británico que se dedica a realizar software a medida. Un modelo de negocio tipo "boutique", según sus propias palabras.

Nos tomamos una copa de champán mientras charlábamos de su empresa. En los treinta minutos que duró nuestro encuentro derrochó entusiasmo por lo que hacían. Estos fueron algunos de los puntos fuertes en los que sustentaba su fórmula de éxito:

1. No tenemos clientes. Nosotros somos parte del cliente. Somos uno.
2. Somos muy buenos en lo que hacemos, nuestra experiencia nos distingue. Y además, somos artesanos.
3. Nuestro equipo es el mejor. Somos una familia. Nos queremos.
4. No hacemos entrevistas de selección. El que entra a trabajar con nosotros viene avalado por múltiples referencias.
5. Amamos a nuestra competencia. Les conocemos a todos, hemos montado una asociación y nos desvelamos nuestros secretos.
6. Hemos contratado a una administrativa que hace las mejores tartas del mundo.

Bien.

Dicho esto, reconozco que me quedó una impresión ambivalente. Al día siguiente, después de digerir toda la información que me suministró, caí en la cuenta del motivo de mi consternación ... ¡no mencionó ni una sola amenaza, ni una sola debilidad! Ajá, así que era eso.

Me pareció buena persona y me gustaron mucho algunas de sus ideas ... pero eché en falta un espíritu crítico. Me acordé de eso que decimos en los programas en los que participamos: "Existen más posibilidades de crecimiento en la derrota que en la victoria". O sea, que si piensas que eres la leche en bote poco margen te queda para superarte, ¿o no?

En cualquier caso, sin querer parecer dogmáticos, nuestros mejores y sinceros deseos a nuestro amigo británico y a todos los pequeños y medianos empresarios que se baten el cobre a diario.

¡Feliz Año!

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