martes, 14 de septiembre de 2010

Donde lo dejamos, lo cogemos

Y me refiero a "El Elemento".

A mí de pequeña me encantaban los Fleetwood Mac. Me encantaba su estética, su fragilidad y la complicidad que emanaban. Eran esos amigos que hubiera querido tener en mis sueños de adolescente cuando la vida era pequeñita y cuadrada.

Al leer El Elemento he podido descubrir y saborear la particular historia de Mick Fleetwood. Mick, uno de los baterías más famosos y consumados del mundo fue un auténtico desastre en la escuela. Según sus propias palabras "no era feliz, me sentía excluído y sufría. No sabía qué quería llegar a ser porque era un completo fracaso en cualquier cosa estrictamente teórica y no tenía ningún otro punto de referencia".

Sus padres, viendo el panorama, le permitieron ir a Londres a ver a su hermana y pasar una temporada con ella, incluso antes de obtener el diploma del bachillerato. Allí tuvo un momento "epifánico". Fue a un sitio pequeño en Chelsea en el que actuaba un pianista. Había gente tocando lo que "ahora lo sé, era música de Miles Davis y fumando Gitanes. Los observé y comencé a ver el principio de ese otro mundo; la atmósfera me absorbio. Me sentí cómodo y libre. Ese era mi sueño. De vuelta al colegio, me aferré a esas imágenes para salir de aquel mundo".

"Un día salí del colegio y me senté en el suelo debajo de un árbol enorme. No soy una persona religiosa pero con lágrimas en los ojos le dije a Dios que no quería seguir más tiempo en ese lugar. Quería vivir en Londres y tocar en un club de jazz. Era algo completamente ingenuo y ridículo, pero me hice a mí mismo la firme promesa de ser batería".

Lo maravilloso de esta historia como de todas las que encierra este sabroso libro es el poder de la pasión humana. Cómo la epifanía o el descubrimiento de aquello que nos hace realmente felices se produce tantas y tantas veces al margen de los cánones educativos regulares y de los rígidos conceptos de inteligencia y éxito.

2 comentarios:

  1. cuántas y cuántas personas se sentirían identificadas con esto que cuentas!. Nos sentiríamos, me incluyo... yo sigo buscando mi sitio! jaja.

    Un saludo y felicidades por el blog.

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  2. Gracias Iraide. Encontrar el sitio propio no es nada fácil (tenemos tantas capas como la cebolla de la que habla Shreck)pero abre bien los ojos y lo acabarás encontrando.

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