sábado, 24 de enero de 2009

El lado derecho del cerebro

Una de las cuestiones que más interesan a los investigadores en creatividad es el modo en el que una idea llega a nuestro cerebro. Gran parte de las técnicas utilizadas en los procesos de generación de ideas se relacionan con esta cuestión. Si de lo que se trata es de provocar un brote de nuevas ocurrencias, deberíamos de preocuparnos por saber cuáles son las fases previas del asunto. Muy pocas cosas ocurren por casualidad, eso sin contar con que nuestro tiempo es breve, de modo que más nos vale dar con la fórmula para no estar mareando la perdiz.

Esta mujer tan sonriente es Betty Edwards. Se pasó un montón de tiempo intentando enseñar a sus alumnos del Venice High School de Los Ángeles a dibujar, pero su experiencia resultó ser de lo más frustrante. No hacía más que preguntarse la razón por la que le resultaba imposible desarrollar esa destreza en el aula, hasta que descubrió en el año 1968 las primeras noticias en prensa acerca de los descubrimientos del profesor Sperry, en donde se clasificaban las funciones de los dos hemisferios del cerebro humano. Sperry, quien más tarde obtendría el Premio Nobel por dichos descubrimientos, resultó ser para la profesora Edwards una auténtica revelación.

Betty Edwards realizó su doctorado en la universidad de UCLA elaborando su tesis sobre el tema de las habilidades de percepción en el dibujo. Todo este esfuerzo desembocó en un libro publicado en el año 1979 bajo el título "Dibujar con el lado derecho del cerebro". Desde entonces se han vendido millones de ejemplares en todo el mundo.

Su método se puede aplicar a otros campos diferentes del dibujo, de hecho ella misma ha impartido talleres para empresas con el objetivo de fomentar actitudes creativas e innovadoras. En realidad, todo se reduce a algo muy concreto: pasar de utilizar el lado izquierdo del cerebro (el analítico y racional), a utilizar el lado derecho (el espacial, que no entiende ni de palabras ni de números). 

En la mayoría de los manuales de creatividad se proponen fórmulas para poder encontrar un método de "vaciar la mente". Intentar sumergirse en un estado tal de relajación o trance que favorezca la generación de ideas nuevas. Poniendo un ejemplo, Nigel May Barlow propone como uno de los métodos más eficaces la meditación trascendental en su libro "Re-Think".

Para Betty Edwards ese método que favorece la generación de nuevas ideas es el dibujo. Ella defiende que la atmósfera que te envuelve cuando estás dibujando con el lado derecho de tu cerebro es muy apropiada para generar ideas nuevas.

Efectivamente, el cambio de trabajar con el lado izquierdo del cerebro al lado derecho, nos libera por un rato del dominio verbal y eso supone un gran alivio. De algún modo, lo que deseamos es que descanse el lado analítico del cerebro, con su agotadora conversación. Es por eso por lo que desde muy antiguo los seres humanos nos hemos querido refugiar en la meditación trascendental, el yoga, los cantos, etc. Dibujar con el lado derecho del cerebro supone entrar en un estado alterado de conciencia que nos puede ayudar a tener ideas diferentes, además de provocarnos una sensación muy placentera.

lunes, 19 de enero de 2009

Alumbramiento


Hemos nacido. Somos un grupo de personas apasionadas por la creatividad, la innovación y la generación de ideas. Nuestro interés nos ha empujado a buscar algún blog relacionado con este campo y, ante nuestra sorpresa, no hemos encontrado mucho material donde rascar. De modo que nos hemos mirado fijamente y nos hemos preguntado "¿por qué no?", naciendo de esta pregunta el blog que tenéis ante vuestros ojos.

Nuestra intención es poder compartir nuestro interés con aquellas personas que sientan curiosidad por los procesos creativos. Además necesitamos alimentarnos de vuestros comentarios para así poder crear una comunidad de intenciones creativas. Nos interesa descubrir cómo surge una idea original para poder ayudar a que todos podamos pensar diferente. 


Y nada mejor que una imagen. Este atleta que tenéis a la izquierda se llama Dick Fosbury y decidió llevar la contraria a todo el mundo cuando sólo tenía 16 años. Practicaba el salto de altura de una forma extravagante, de espaldas, lo cual le granjeó una buena colección de bromas e insultos. Pero cuando consiguió la medalla de oro en las olimpiadas de 1968 ya nadie se volvió a reír de él. Hoy todos los atletas de élite utilizan su método. 

Pensar diferente supone siempre una cierta dosis de valentía.